Viajando a Cuba

Por Elisa Moheyer

Cuba día 2.

Por la mañana los sujetillos anfitriones le indicaron a mi mamá dónde podíamos desayunar, también le dieron una prueba del café. El café es delicioso, lo toman en tacitas pequeñas a veces como de Espresso a veces un poco más grandes pero nunca gigantes cómo aquí☕. De lo bueno poco.

Salimos rumbo al buffet que le recomendaron a mi mamá, caminamos algunas calles arriba todo muy pintoresco. Las casas son viejas, algunas más que otras. En algunos edificios el aspecto de abandono es impresionante, se puede ver la estructura dañada, algunos lugares han sido apuntalados, otros tienen huecos en las paredes. Pero no se trata de todos los edificios, aunque sí se puede decir que hay calles algunas calles que muestran más deterioro que otras.

También vimos unas carretas que venden fruta y vegetales locales de puerta en puerta. Hay dos tipos de consumo según entendí en Cuba, el consumo regulado y el consumo libre. Todo depende de la disponibilidad del producto, también de sí es local o importado. En cuanto al consumo regulado todos los productos son nacionales, los ofrecen en tiendas y son económicos, pero no son tiendas que se desparraman en abarrotes. Solo se ven uno o dos por estante. Por su parte los productos importados los exhiben en otras tiendas, o sea estos dos no están juntos. Esas tiendas están mucho más surtidas, pero el precio es considerablemente más elevado. Las farmacias y los bancos tienen una dinámica muy simpática, que estos días de cuarentena en México estamos conociendo. La fila es fuera de la sucursal, filas enormes y las personas van pasando de una en una a ser atendidos.

Llegamos al buffet donde había una pequeña barra ofreciendo panqueques del tipo ruso, no del tipo hotcake, había col agria y pepinillos para acompañarlos, mucha fruta, carne de cerdo en presentaciones deliciosas🐷, jugos, café y leche. Desayunamos, teníamos bastante hambre. El buffet costó $3 CUC. Cada CUC nos lo cambiaron entre 19-25 pesos dependiendo del lugar donde lo compráramos.

Luego decidimos caminar rumbo a la Habana vieja. Los cubanos dicen que Cuba es muy segura, y lo es. Dicen que hay tres cosas que se le pueden asegurar al cubano, no hay desnutrición y todos tienen derecho al mejor servicio médico, todos tienen acceso a la mejor educación y que no hay delincuencia. Pero ellos mismos te explican que hay gente ventajosa que querrá estafar a los turistas, sobretodo con precios exorbitantes, pero que al final uno puede estar tranquilo de que va a recibir el servicio o producto que pagó, sólo que muy caro.

No habría sido muy turístico de nuestra parte habernos ido de Cuba sin ser estafados.😥

Estábamos escuchando a un saxofonista junto al malecón cuando un sujetillo nos ofreció un tour en bici taxi, el tour costaba $10 CUC por cada bici taxi, así que decidimos tomarlo. Nos llevaron cerca de todos los lugares turísticos, pero no nos enseñaron ninguno de primera mano, todo nos lo mostraron a unas calles de distancia. Nos llevaron a un bar y a un restaurante donde él precio nos pareció demasiado así que no lo tomamos. En pesos mexicanos la cena nos iba a salir en $4,000 aproximadamente.

En mi imaginario Cuba era un país en condiciones muy precarias, así que cuando te llevan por las calles más feas de la Habana te parece algo normal. Sin embargo nos nos decían nada, no nos mostraban los sitios importantes y solo nos querían vender cosas carísimas habanos, recuerditos, comida, ropa, ron. No sabíamos mucho de Cuba, de la Cuba real no de la inventada por la sombra del capitalismo. Así que todos esos precios nos empezaron a asustar.

«Si todo costaba como ellos decían, no íbamos a poder solventar una semana allá». 😥😱Así que un poco asustados y bastante agobiados nos fuimos al Capitolio. Bueno, cerca, los tipos del bicitaxi nos dejaron cerca y nos cobraron las perlas de la virgen porque en una segunda explicación de los precios resultaba que ya debíamos hasta el perico. No pagamos tanto, porque afortunadamente no llevábamos tanto.

Infortunadamente nos quedamos sin un quinto. En nuestro andar sacamos una abrumada sesión de fotos en el Capitolio y el malecón. Volveríamos en días posteriores con más alegría y certeza, así que ahondaré en detalles sobre esos lugares en otros relatos.

Nos rehusamos a agüitarnos, porque ese era nuestro primer día en la Habana y no podíamos pensar que nuestras vacaciones iban mal. Así que caminamos por el centro ya sin guía, vimos lugares emblemáticos a los que regresaríamos más tarde, la ciudad es bellísima, llena de fiesta y color. Los músicos en los restaurantes tocan hacía afuera para que los turistas y locales bailen.

Ya hay autos nuevos en Cuba, pero los autos clásicos siguen siendo los más representativos, los ves desfilar como taxis tanto para turistas como para locales, la arquitectura del teatro, el Capitolio y los grandes hoteles del centro es hermosa. Claro contrastan uno o dos edificios dañados en esa zona pero por demás la postal es divina.

Nos detuvimos en el Castillo del Morro, un fuerte que está en el malecón, había mucha fiesta, los cubanos recibían a los turistas con música y baile. Nos sentamos a ver hacia el mar. Llegó un sujetillo cubano, quién nos empezó a hacer plática. Todo un personaje.

Nos contó que él era predicador y había vivido en Miami, pero debido a que su madre estaba delicada tuvo que regresar a Cuba. Nos dijo que mucha gente había muerto en el mar tratando de escapar hacía otras tierras. Nos explico que el pueblo apoyaba la revolución y que habían resistido con Fidel, aunque eso conllevará mucha escasez. Cómo ejemplo nos contó que él trabaja tres días por semana cómo guardia de seguridad, saliendo iba al malecón para ayudar a los turistas, que él los llevaba a pasear en las guaguas para que saliera más económico y el ganara algo extra.

Nos dijo que en Cuba los productos importados eran carísimos que debían pagar 4 dólares por un antitranspirante cuando ganaba 20 dólares total al mes. Entonces vario la conversación, nos dijo que si no teníamos un antitranspirante. Luego saco su identificación y me pidió que le sacara una fotografía, porque allí venían sus datos, así cuando regresara a México podría comprarle unos sneakers del número 9 y enviarlos a la dirección correcta. Porque a él le gusta correr. 😅😅😅

Evidentemente no lo decía de broma, no los culpo por querer conseguir algo novedoso o importado. Simplemente me parece jocoso la manera tan elocuente con la que te quieren convencer de apadrinarles. 🤣

Tuvimos que caminar todo el Malecón desde el paseo del Prado hasta el Hotel Nacional. 8km aproximadamente. Recuerden que sólo habíamos desayunado.🏃

Muertos de cansancio bajo el sol tropical, fuimos a cambiar más dinero al hotel. Y cenamos junto a él en una pizzería. Una pizza deliciosa, a un precio no sólo razonable sino incluso barato. También bebimos los refrescos nacionales, aunque sí consigues Coca cola. Importada desde México 😉.

Al final del día estábamos algo estresados, pero aún nos quedaba una semana por descubrir la Habana. Así que decidimos tomar al toro por los cuernos e informarnos más sobre el plan para el día siguiente.

Después de la pizza estábamos mucho más tranquilos y llenos de planes para el día siguiente. Decidimos que regresaríamos a la Habana vieja, pero ésta vez a nuestro ritmo.

Así que con la panza llena, el corazón contento y dinero cubano en el bolsillo decidimos ir a dormir😴😴😴.

No se preocupen en realidad no gastamos tanto dinero, porque como mencioné antes, no lo llevábamos jajaja. Y esa fue una gran ventaja. 😁😂Las cosas a partir de ese día solo mejoraron y mejoraron. 😌😂

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